[ADVERTENCIA]: No recomiendo leer esta entrada a nadie que no haya leído el libro, pues contiene spoilers. No me hago responsable de historias destripadas.
Terminar de leer esta gran obra ha dejado cierto vacío en mi interior. Aunque, por supuesto, no es la primera vez que me pasa, y espero que no sea la última. Siempre es una buena señal.
Me gustaría seguir escuchando las historias de Watanabe eternamente. Se ha convertido en un nuevo amigo para mí, sin embargo debo resignarme a que no me cuente más que la historia de Naoko una y otra vez. Siempre y cuando decida releerlo.
Ni siquiera es la historia de Midori, pues nos cuenta el inicio, pero no el fin. No sabemos, y probablemente no sepamos jamás, como acabó esa historia. Si Watanabe fue capaz de decirle a Midori donde se encontraba y si ella fue a buscarle. Si después de aquello le habló sobre la muerte de Naoko y solucionaron sus problemas. Si ella se mudó con Watanabe cuando su hermana se casó y si, finalmente, ellos también se casaron y tuvieron un montón de bebés fuertes como toros.
Tampoco sabemos qué fue de la buena de Reiko. Si algún día volvió a encontrarse con su marido y con su hija, si le fue bien en la escuela de música de su amiga, si volvió a enamorarse, si realmente lo hizo con Watanabe por última vez en su vida o si hubo algún otro hombre (o tal vez mujer) después. No sabemos si Reiko, tras ocho años en el sanatorio, consiguió curarse del todo o si volvió a recaer.
¿Y Naoko? ¿Se encontró con Kizuki tras su muerte y vivieron juntos y felices para siempre, con sus eternos diecisiete y veintiún años, o tras la muerte todo acaba y sólo queda eterna oscuridad y olor a ceniza?
Me gustaría saber también qué fue de Tropa-de-Asalto, por qué se marchó sin decir nada, aunque tal vez ni siquiera Watanabe llegó a saberlo nunca. A veces he pensado que él también se suicidó.
De Nagasawa sólo me interesa saber si algún día renunció a sus ideas o, simplemente las cambió. Si continuó siempre con su particular estilo de vida. Si alguna vez se arrepintió de todo y deseó haber conservado a Hatsumi a su lado. ¿Se sentiría culpable de su muerte?
Me abruma un poco la forma en que se trata el suicidio a lo largo de toda la novela. Murakami habla de ello con total naturalidad, como si realmente formase parte del día a día que un puñado de adolescentes y jóvenes se quiten la vida.
Siempre he oído que en los países muy desarrollados y con un nivel muy alto de educación y disciplina las tasas de suicidio son bastante altas, pero jamás imaginé que fuera para tanto. Esto me ha llevado a investigar la realidad sobre Japón.
He descubierto que es el séptimo país por tasa de suicidio (España está en el puesto 53), y el segundo entre los países ricos, después de Rusia. Se suicidan 27 personas de cada 100 000, hombres en la mayoría, lo que supone una media de un suicidio cada 20 minutos. [*]
Estos datos me han parecido alarmantes. Tal vez en un futuro investigue más a fondo el tema, profundizando en las causas principales de estas muertes.
Pero me estoy alejando del tema. Volviendo a mis reflexiones tras acabar el libro, he de decir que me ha hecho pensar bastante sobre la vida, la muerte y cómo están interrelacionadas. Y no puedo más que estar de acuerdo con Watanabe.
Creo que la muerte forma parte de la vida y que está contenida en ella. Forma parte en todos los sentidos. Para empezar, porque todos conocemos a alguien que ha muerto; eso hace que la muerte entre en nuestras vidas. Y para seguir, porque es el destino de todos y cada uno de nosotros. Nuestra meta final. Nuestro game over.
¿Qué sería la vida sin la muerte? ¿Qué es un principio sin final? Imagina por un momento vivir sabiendo que eso será infinito. Habiendo conocido la muerte, quizás tiendas a pensar "haría multitud de cosas, aprendería de todo, aprovecharía cada día al máximo". Pero, sinceramente, si ahora que sabes que esto va a acabar no lo haces, ¿por qué ibas a hacerlo sabiendo que tienes una eternidad por delante? Yo creo que lo que sucedería al final sería lo siguiente: "¿por qué voy a hacer equis cosa hoy, si puedo hacerlo mañana?". Y así veríamos la vida pasar.
Por eso la muerte es maravillosa. Tanto o más como la vida. La muerte es útil y necesaria. Pero causa dolor. Mucho dolor. Watanabe sabe de eso. Él intenta aprender del dolor, pero sabe que es inútil. Sabe (y así refleja) que lo que aprende del dolor en un determinado momento, no le servirá para el próximo instante de dolor. Porque la muerte llega sin avisar, te pilla desprevenido y te sorprende. Porque la muerte duele mucho más cuando es un ser querido quien muere que cuando mueres tú mismo, aunque sea entre terribles sufrimientos.
Aunque hay excepciones, claro. Como la muerte de los padres de Midori. Esas muertes son casi un alivio, porque en sus vidas ya sólo queda sufrimiento y espera.
Midori me ha parecido una chica excepcional. Su sinceridad, tan natural, es envidiable. No teme decir lo que piensa o actuar en consecuencia. Si no quiere hablarte durante tres semanas, no lo hace. Si quiere pedirte que te masturbes pensando en ella, simplemente te lo dice. Sin tapujos, sin medias vueltas, sin vergüenzas. Me habría encantado que Watanabe le hubiese contado todo lo de Naoko para saber qué opinaba.
La cultura japonesa es muy diferente de la nuestra. Así que no puedo saber con total certeza si lo del sanatorio de Naoko y Reiko es realmente algo chocante, si es chocante sólo para nuestra sociedad o si es chocante sólo para mí.
No sé expresar muy bien qué opino del tema, pero creo que un centro con tales características no ayuda realmente a una persona enferma. Es decir, me parece perfecto para gente que se encuentra perdida en determinado momento de su vida y necesita un lugar a donde escapar, una especie de retiro espiritual (algo que sí relaciono bastante con la cultura oriental). Pero de manera temporal, un par de meses, quizá. Hasta que las cosas vuelvan a su sitio. Pero, la verdad, pienso que si necesitas ocho años para que las cosas vuelvan a su lugar, es que necesitas ayuda. Ayuda de verdad, no el apoyo que pueda ofrecer un lugar así.
Creo que Naoko debió ir a un hospital especializado desde el principio. Quizá así no habría muerto. Aunque tal vez hubiese tomado mucho antes la decisión de suicidarse. Tampoco creo que Naoko amase a Watanabe, ni que Watanabe amase a Naoko. Simplemente, pienso que ambos veían en el otro el reflejo de Kizuki, a quién sí amaron pero ya no estaba. Y buscaban protección en la otra persona del mundo que podía comprenderles. No creo que aquello hubiese resultado bien.
No se debe forzar al amor, y creo que justamente eso es lo que estaban haciendo ellos. Por ejemplo, Watanabe se enamoró de Midori sin querer y apenas sin darse cuenta. Con Naoko era diferente. Se amaban porque tenían que amarse.
Tal vez por eso Naoko no lograse estar húmeda. Tal vez una parte de ella se sentía forzada a amar a aquel hombre con quien, en realidad, sólo compartía el gusto musical y el recuerdo de un Kizuki de eternos diecisiete años.
Tokio Blues es una novela que me ha marcado profundamente. Aunque he terminado de leerla hoy mismo y quizá dentro de un mes no piense igual. Pero me ha hecho pensar sobre la muerte, el amor, el sexo y la vida en general. Me ha hecho reflexionar profundamente. Me ha cambiado el estado de ánimo en cada momento. Ha sido capaz de tocar mi corazón.